La llegada de la primavera invita a salir a las calles, a disfrutar del sol, los árboles comienzan a mostrar pequeños brotes verdes. Para mi no hay mejor plan en una tarde de primavera que recorrer Palermo en busca de una mesita de un café o restaurante bañada por los rayos solares. Puede ser cualquiera que tenga una carta de vinos decente, que es común en estos lugares. Así me dispuse a hacerlo y encontré un lugarcito en la esquina de la Plaza que queda entre Armenia y Costa Rica.
Una vez allí mientras los rayos del sol me calentaban, abrí la carta de vinos y me dieron ganas de tomar un espumante. Habían pocos ejemplares, pero entre ellos estaba uno del que ya había oído hablar pero que no había probado. El Deseado de Familia Schroeder.
En ese momento solo sabía que esa bodega tenía un espumante elaborado con torrontés y supuse que era ese, y así fue.
Bonito y muy acertado nombre para este espumante encantador.
En cuanto percibí sus aromas pensé: ¡Cómo me encanta el torrontés!, nunca había probado esta aromática cepa en versión espumante. Me hizo recordar de inmediato el Asti Espumante del Piemonte italiano, y pensar en como de vez en cuando puede verse claramente las influencias de la cultura italiana en esta país sureño.
Deseado está elaborado con viñedos en la Patagonia argentina, donde se encuentra esta bodega familiar. Sus burbujas son resultado del método Charmat, con el que se producen el famoso prosecco del Veneto en Italia. Se detiene la fermentación con frío para dejar así el azúcar residual.
Es un espumante con delicados y deliciosos aromas de flores blancas, piel de naranja y lychee con un fondo meloso que enamora antes de tomar el primer sorbo. En boca la burbuja es delicada y fresca, los aromas invaden el paladar y un dulzor de fruta amarilla madura es equilibrado con la burbuja y la acidez. Muestra mucho equilibrio a pesar de su alto contenido de azúcar, tiene 75 grs. de azúcar por litro, lo que es bastante considerando que los espumantes Demi-Sec suelen tener entre 30 y 50 grs. de azúcar por litro. Lo que si hay que tener presente es que se debe consumir a la temperatura correcta, al menos a 6 grados. Un vino como este servido caliente arruinaría el equilibrio de sus componentes y demasiado frío opacaría sus encantadores aromas.
Ahora pienso en este vino, y recuerdo el hermoso atardecer patagónico; sus vientos y su cielo… eso pasa con el vino y es una de las maravillas que nos regala, que gracias a nuestra memoria sensorial puedes viajar sin salir de casa.
Por: Maya Garcia.
Fotografia: Pablo Peña
Aaaaaaaah yo quiero :)
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